González Iñárruti (21 gramos, Babel y Amores Perros) nos entrega en su cuarto largometraje un film sombrío, doloroso y muy pesado.
La película es un intento hiperrealista de mostrar una realidad dura y desgarradora, la cual sería insoportable de no tener a Javier Bardem como Uxbal, el hombre condenado por un cancer terminal que vive todas las miserias que su vida semi criminal y desordenada le traen.
Uxbal trata por todos los medios de lograr algún tipo de salvación (o por lo menos darles una oportunidad) para sus hijos, sin embargo conforme va avanzando el film la historia se descontrola hasta el punto donde Uxbal simplemente no es capaz de dejar nada bueno. Todos alrededor de Uxbal viven a su manera distintas tragedias propias de la condición infrahumana en la que se desenvuelven:
- Marambra (Maricel Alvarez en la mejor actuación de la película - sí mejor que la de Bardem) la ex-esposa drogadicta, infiel y bipolar que no tiene capacidad alguna para cuidar de sus hijos.
- Tito el hermano estafador e inútil
- Ekweme, un traficante, contrabandista y vendedor de piratería, el cual se encuentra en calidad de ilegal en Barcelona; y Ige, su esposa quien también cuida de los hijos de Uxbal.
- Hai, contacto de Uxabl en una red de trafico ilegal de mano de obra barata china.
González Iñárritu va demasiado lejos y termina por convertir lo que pudo ser un buen film en una seguidilla de tragedias y desgracias que terminan por sobrecargar al espectador. Este es el primer film donde no trabaja con Guillermo Arriaga como escritor y esta ausencia se siente, quedando claro que Arriaga era quien ponía la cuota de cordura en las historias.
Un film sólo recomendable para fanáticos de Bardem y para aquellos a quienes el dolor humano les es ajeno. Si deciden verlo, háganlo un día por la tarde y prepárense para 2h 20 min. de presión y angustia.
Puntaje: 5/10
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