Primero tenemos la historia de Marie Lelay, una periodista francesa que sobrevive a un tsunami. Ella es atrapada por la corriente y muere durante unos segundos. Cuando despierta de este trance se obsesiona con la vida después de la muerte (la cual experimento por unos segundos).
En segundo lugar tenemos la historia de George Lonegan, un joven obrero de clase baja norteamericano que tiene poderes psíquicos. Él es capas de comunicarse con los muertos; sin embargo, el no quiere hacer este tipo de "lecturas" y trata por todos los medios posibles de hacer una vida normal.
La tercera es la historia de dos hermanos gemelos, Marcus y Jason, de 12 años de edad. Jason muere en un accidente dejando a Marcus desolado y en busca de respuestas que no puede encontrar en su madre, una drogadicta que es internada en una clínica de rehabilitación, ni en sus padres adoptivos con quienes no encuentra ninguna conexión.
A partir de estas tres historias, Eastwood analiza lo que para él es la vida después de la muerte y como está nos puede afectar. Pero desarrolla a sus personajes encausándolos hacia un destino evidente, encontrarse al final de la película. A pesar de contar con una trama interesante y buenas actuaciones, la historia se vuelve aburrida y demasiado lenta. Todo lo obvio sucede y no hay mayores sorpresas narrativas. Esta lentitud narrativa juega en contra de la misma película al final, cuando se siente que el encuentro entre los personajes es apurado y forzado para que cada uno pueda cumplir su destino.
Cuenta con escenas muy emotivas (lacrimógenas) cómo cuando le entregan las cenizas de Jason a Marcus y él va a todos lados abrazando la urna, y hasta pide una cama adicional en su habitación para que el urna descanse; sin embargo el drama se pierde por falta de energía en la historia.
Un bonito ejercicio para los fanáticos de Eastwood/Damon, pero si lo que quieres ver es una drama sólido, esta no es la película que buscas.
Puntaje: 6/10
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